Generalidades:
Según la OMS la depresión es
una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a unos
350 millones de personas. La depresión es distinta de las variaciones
habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los
problemas de la vida cotidiana.
Tipos y síntomas
Dependiendo del
número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos pueden
clasificarse como leves, moderados o graves.
Una distinción
fundamental es la establecida entre la depresión en personas con y sin
antecedentes de episodios maníacos. Ambos tipos de depresión pueden ser
crónicos, especialmente cuando no se tratan.
La
adolescencia es un periodo de la vida que transcurre entre la infancia y la edad
adulta. Lo que caracteriza fundamentalmente a este periodo son los profundos
cambios físicos, psicológicos, sexuales y sociales que tienen lugar en esos
años.
Etapa difícil.
Todos
esos cambios que viven los adolescentes hacen que en muchos casos sea un
periodo difícil tanto para ellos como para sus familias.
La depresión
es un trastorno que puede presentarse en la adolescencia y que dificulta la
capacidad del joven para seguir con
su rutina diaria y quiebra los cimientos de su relación con familiares y
amigos. Por ello, es importante que los padres de chicos adolescentes estén
atentos y puedan detectar signos de un posible estado depresivo en sus hijos.
Sin embargo, éstos pueden resultar difíciles de diferenciar de los habituales
altibajos anímicos, presentes y normales en dicha etapa evolutiva.
5 de cada 100 adolescentes en nuestro país sufren esta
enfermedad. Se trata de un problema serio que no por producirse en una persona
joven es menos importante.
En
la adolescencia la depresión del tono del humor se presenta con aspectos
extremadamente variables: a veces con expresiones comportamentales
particularmente impactantes (crisis de llanto, desesperación, rabia),
otras veces con actitudes marcadamente
inhibidas (cierre relacional, mutismo, retiro de las inversiones emocionales);
en otros casos, puede estar “enmascarada” por problemas psicosomáticos o por
una serie de conductas riesgosas (tóxico
dependencia, búsqueda del peligro como una forma de desafío divino al destino).
Todas
estas formas pueden aparecer y evolucionar a veces de manera engañosa y gradual
(por ejemplo, a través de una disminución del rendimiento escolar, o una
modificación del comportamiento alimenticio), pero muy frecuentemente aparecen
de manera crítica e imprevista y se caracterizan por oscilaciones intensas y
rápidas.
¿Cuáles son los signos de alerta?
• Sentimientos
de tristeza, lamentos y llanto frecuente, sin motivo aparente.
• Escribir, leer o escuchar
música sobre temas tristes y melancólicos, sobre la falta de sentido de la vida
o con un enfoque pesimista y desesperado.
• Falta de higiene y
descuido en el aspecto físico.
• Baja energía, aburrimiento
y apatía generalizada. Puede mostrar una actitud desanimada y negativa, sin
ilusión ni motivación por la realidad que está viviendo.
• Dejar de realizar
actividades físicas, sociales o culturales o limitar las que antes le
resultaban agradables o eran de su interés.
• Aislamiento social, que
les lleva a dejar de pasar tiempo con amistades y familia, y que va acompañado
generalmente de una percepción de que los demás no le prestan la suficiente
atención ni le comprenden.
• Dificultad para tomar
decisiones y afrontar situaciones adversas.
• Baja
autoestima: suelen presentar sentimientos de culpabilidad, junto a una elevada
autocrítica y una pobre autoestima. Un adolescente depresivo puede sentirse
fracasado, incapacitado y culpable de circunstancias vitales negativas por las
que está pasando en ese momento. Presencia de determinados síntomas físicos,
como mareos o vómitos, y frecuentes dolores, principalmente de cabeza o barriga.
¿Cómo actuar?
En
caso de que los padres de un adolescente sospechen que su hijo pueda estar
padeciendo síntomas depresivos, es importante ante todo buscar la ayuda
profesional de un psicólogo. Al mismo tiempo es fundamental el apoyo que el
joven pueda recibir de familiares y amigos para mejorar su estado. Algunas
indicaciones que pueden tener en cuenta los padres y contactos próximos al
chico son las siguientes:
• Fomentar un fuerte vínculo emocional con el joven. Es importante
que éste se sienta querido y valorado.
• Mostrar interés por su vida, sus experiencias, su estado de ánimo, etc.
Mantener conversaciones fluidas y frecuentes con el adolescente y ofrecerle
ayuda y apoyo en aspectos que puedan estarle preocupando o que no sepa cómo
afrontar son acciones importantes para superar la situación.
• No desatender nunca una amenaza o un intento de suicidio.
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